viernes, 7 de septiembre de 2012

Porque les he puesto el Ejemplo

 
Busca un lugar cómodo, no solo es importante la hora del día, sino también el lugar. Tal vez en tu casa hay mucho ruido o no hay suficiente espacio pero siempre habrá algún lugar que puedas utilizar, ya sea un parque, el patio, el carro, o incluso la biblioteca de tu escuela.

Prepara tu corazón: aquí puedes utilizar el cuaderno, escribe cómo te sientes hoy: físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Escribe tus preocupaciones, alegrías, temores, cargas, qué ha pasado últimamente. Platica con Dios y entrega cada uno de estos sentimientos y emociones que de alguna forma repercuten en tu vida. Pide a Dios que puedas escucharle en este tiempo y durante todo el día.
lee el pasaje :

Juan 13:3-17

3 Jesús, que sabía que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas, y que había salido de Dios, y que a Dios volvía,
4 se levantó de la cena, se quitó su manto y, tomando una toalla, se la sujetó a la cintura;
5 luego puso agua en un recipiente y comenzó a lavar los pies de los discípulos, para luego secárselos con la toalla que llevaba en la cintura.
6 Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿tú me lavas los pies?»
7 Respondió Jesús y le dijo: «Lo que yo hago, no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después.»
8 Pedro le dijo: «¡Jamás me lavarás los pies!» Y Jesús le respondió: «Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.»
9 Simón Pedro le dijo: «Entonces, Señor, lávame no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza.»
10 Jesús le dijo: «El que está lavado, no necesita más que lavarse los pies, pues está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.»
11 Y es que él sabía quién lo entregaría; por eso dijo: «No todos están limpios.»
12 Después de lavarles los pies, Jesús tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Saben lo que he hecho con ustedes?
13 Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
15 Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.
16 De cierto, de cierto les digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
17 Si saben estas cosas, y las hacen, serán bienaventurados.

Lee el pasaje cuantas veces sea necesario, si quieres, puedes hacerlo en voz alta. ¿Qué palabras o frases llaman mí atención? ¿Qué me hace sentir? ¿Qué no entiendo?

Lee de nuevo el pasaje, despacio y con atención, Medita en las palabras o frases que más llamaron tu atención: ¿Qué hay en mi vida que necesita escuchar estas palabras? ¿Qué es lo que Dios me quiere decir?

Lee de nuevo el pasaje y responde a Dios en oración a partir de lo que Él te ha dicho. Expresa cómo te sientes.

Lee el pasaje una vez más pero ahora descansa. Disfruta de esos momentos. Contempla que estas en su presencia.


Piensa y escribe qué implica para ti lo que Dios ha hablado, como puedes ponerlo en práctica durante el día y en tu vida diaria. ¿Qué pensamientos han cambiado? ¿Cómo se encuentra ahora mi corazón? ¿Cómo voy a comportarme a partir de esto? ¿A qué me reta Dios?




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