viernes, 21 de septiembre de 2012

Amados, den amor -Jesús.

 Comúnmente como colaboradores del reino de Dios nos enfrentamos a distintas tareas que son realizadas con el propósito de llevar el evangelio de Cristo a toda criatura de nuestro reino terrenal. Nosotros somos el cuerpo de Cristo que funge como brazo misionero en esta Tierra, esto nos lleva a ser servidores para el Reino de Dios en Cristo Jesús el cual nos mostró el máximo ejemplo de servir y amar a los demás.

Antes de leer un versículo acerca de Cristo como siervo mayor del reino de Dios te hare una pregunta, medita en ella unos segundos. ¿Cuál es la imagen de servicio más marcada que tienes de Cristo en tu mente?

Ahora acompáñame a leer el siguiente verso:
Juan 13:16  De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.

Con base a lo que hayas pensado de la pregunta anterior, si Jesús (siendo nuestro Señor y quien nos ha enviado a servir) realizó tareas tales que solo los siervos de los siervos lo realizaban: ¿Por qué es que la iglesia contemporánea no se atreve a realizarlas? ¿Acaso seremos más que nuestro Maestro, más que nuestro Señor? En ninguna manera lo somos. Entonces qué es eso que nos retiene a servirle que es eso que hemos dejado de lado como cuerpo de Cristo, esta afirmación nos lleva al siguiente texto en el que reflexionaremos.



Juan 15:12-13  Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.

El mandato que Jesús da a sus discípulos es Amar. ¿Por qué? Cuando se ama se ceden tus derechos a la otra persona y a su vez tu vida está siendo entregada, rendida y puesta a disposición de los demás. Como la de Cristo: donde fue puesta su vida a nuestros pies, cediendo derechos.

Finalmente analicemos como Jesús habla sobre la postura que ocupamos al ser parte de la encomienda (mas que siervos), explicando que del corazón del Padre proviene el entusiasmo para a hacer la tarea que se nos ha encomendado realizar.

Juan 15:14-15  Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

Recuerda: Jesús ejemplo de servicio – el siervo no es mayor que su Señor – mandados a servir – somos sus amigos al conocer el corazón del Padre.

¿En qué lugares te Dios ha puesto para servir? lavar los trastes de casa, haciendo una actividad cada tercer día, con nuestros compañeros de clase, estar pendiente de algo en lo natural, cuidar personas en lo espiritual ¿Cómo lo estas realizando? Por influencia externa o adoración natural e interna ¿Sirves a los demás dando tu vida? La vida de servicio se traduce en tiempo, dinamismo, no confort, palabras, consejos, acciones, recursos, intercesión, acompañamiento, días, años, aflicción, cuidados, mirando más allá de lo momentáneo, se traduce también en autonegación.



viernes, 7 de septiembre de 2012

Porque les he puesto el Ejemplo

 
Busca un lugar cómodo, no solo es importante la hora del día, sino también el lugar. Tal vez en tu casa hay mucho ruido o no hay suficiente espacio pero siempre habrá algún lugar que puedas utilizar, ya sea un parque, el patio, el carro, o incluso la biblioteca de tu escuela.

Prepara tu corazón: aquí puedes utilizar el cuaderno, escribe cómo te sientes hoy: físicamente, emocionalmente y espiritualmente. Escribe tus preocupaciones, alegrías, temores, cargas, qué ha pasado últimamente. Platica con Dios y entrega cada uno de estos sentimientos y emociones que de alguna forma repercuten en tu vida. Pide a Dios que puedas escucharle en este tiempo y durante todo el día.
lee el pasaje :

Juan 13:3-17

3 Jesús, que sabía que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas, y que había salido de Dios, y que a Dios volvía,
4 se levantó de la cena, se quitó su manto y, tomando una toalla, se la sujetó a la cintura;
5 luego puso agua en un recipiente y comenzó a lavar los pies de los discípulos, para luego secárselos con la toalla que llevaba en la cintura.
6 Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿tú me lavas los pies?»
7 Respondió Jesús y le dijo: «Lo que yo hago, no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después.»
8 Pedro le dijo: «¡Jamás me lavarás los pies!» Y Jesús le respondió: «Si no te los lavo, no tendrás parte conmigo.»
9 Simón Pedro le dijo: «Entonces, Señor, lávame no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza.»
10 Jesús le dijo: «El que está lavado, no necesita más que lavarse los pies, pues está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.»
11 Y es que él sabía quién lo entregaría; por eso dijo: «No todos están limpios.»
12 Después de lavarles los pies, Jesús tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Saben lo que he hecho con ustedes?
13 Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.
15 Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.
16 De cierto, de cierto les digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
17 Si saben estas cosas, y las hacen, serán bienaventurados.

Lee el pasaje cuantas veces sea necesario, si quieres, puedes hacerlo en voz alta. ¿Qué palabras o frases llaman mí atención? ¿Qué me hace sentir? ¿Qué no entiendo?

Lee de nuevo el pasaje, despacio y con atención, Medita en las palabras o frases que más llamaron tu atención: ¿Qué hay en mi vida que necesita escuchar estas palabras? ¿Qué es lo que Dios me quiere decir?

Lee de nuevo el pasaje y responde a Dios en oración a partir de lo que Él te ha dicho. Expresa cómo te sientes.

Lee el pasaje una vez más pero ahora descansa. Disfruta de esos momentos. Contempla que estas en su presencia.


Piensa y escribe qué implica para ti lo que Dios ha hablado, como puedes ponerlo en práctica durante el día y en tu vida diaria. ¿Qué pensamientos han cambiado? ¿Cómo se encuentra ahora mi corazón? ¿Cómo voy a comportarme a partir de esto? ¿A qué me reta Dios?